Les doy la bienvenida a este espacio virtual que tiene la pretensión de agrupar al conjunto de los sueños humanos. Aquellas personas que gusten pueden dejar los suyos registrados aquí.


El Soñario Virtual Mayor intenta echar luz a esa zona oscura que permanece dentro de lo no-nominado ni registrado. Intenta comenzar a representar al conjunto general de los sueños humanos para, como en un gran iceberg sumergido (nuestro inconciente colectivo), ver los cristales de hielo que emergen a la parte visible o consciencia.


Vendria a ser el continente de esa valvula de escape que dejamos abierta al espacio para olvidar luego pronto y memorizar a traves del registro sueños de años atras, por ejemplo.


Como animales fantasticos en una reserva ecológica fantástica también apareceran quizas los sueños de un preso, o de un anciano, o de una niña. Es mi esperanza que esta tierra que labraremos se nutra de numerosas semillas de sueños.


En este Blog encontraran conceptos, dibujos y pinturas que nos muestran que y como estamos soñando los hombres en la modernidad.

Quien guste y sepa hacer su propia interpretacion de lo soñado por si mismo, que agregue si desea los conceptos para la mayor y mejor comprension de los otros soñantes.


Es esto un gran correo que se abre, el correo virtual de los sueños. Los invito a dejar brotar las imagenes de esa laguna blanca donde habitan diversos seres sutiles que nos envian mensajes mientras dormimos.


Para contribuir a este proyecto aporto los registros de mi propio libro de los sueños como modo de dar el puntapie inicial a la construccion de esto que, de alguna manera, es tambien un sueño.


viernes, 30 de julio de 2010

Infiltración

Entraba a mi cuarto (yo estaba incorporado, sentado en la cama porque recién despertaba, tapado con sábana y frazada en un lecho de una plaza con la nuca hacia el norte mientras yo miraba al sur) una persona enloquecida, que se parecía al enfemero que me trataba en el hospital Castro Rendón en Neuquén, tenía barba pero algo le había pasado porque tenía manchas marrones y blancas en la cara. No me miraba a los ojos. Miraba a un punto más alto del horizonte o a un costado. Yo temía que tratara de inyectarme porque otras personas me parecían amenazantes. Temía que trataran de forzar la ventana. Pero el tipo de barba y manchas me transmitía su mambo. "Cómo están las minas!", me decía. Me traía estress, locura, parecía drogado. Tenía un mambo bárbaro con las minas. Su forma había cambiado, estaba irreconocible. Pero era el mismo Gustavo Montiel del hospital. Me inyectaba, me clavaba, una inyección en la tráquea cuando me descuidaba.

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