viernes, 5 de noviembre de 2010
Lloro en sueños y cuando despierto sigo llorando
Soñé que estaba en la cocina de Juan Antonio Arrastúa. Él miraba el cielo por un pequeño espacio entre los edificios . Pensaba en su madre, ya fallecida. De pronto me veía saliendo. Veía a su padre, ya fallecido también, y cariñosamente quería ir a saludarlo. Entonces toda su familia en esa gran casa con escaleras que descendían me hacían señas abriendo las manos como para que me retirara. Y yo me iba.
En la puerta, en una imagen difusa y difuminada, Juani, como si fueramos más pequeños pero ocultándolo, en la ausencia de claridad de la imagen que se distorcionaba y era dificil de autover, me abrazaba de costado a mi derecha diciendome y a la vez se lo decía yo mismo:
- Chau muchacho de buen corazón. Te voy a extrañar aunque no te haya visto.
Este sueño tenía todo el desarraigo de mis amistades de pequeño de Trenquelauquen y, aparte, toda la melancolía idealizada de los padres muertos. Me provocaba una profunda angustia. Y me daba llantos al despertar.
En la puerta, en una imagen difusa y difuminada, Juani, como si fueramos más pequeños pero ocultándolo, en la ausencia de claridad de la imagen que se distorcionaba y era dificil de autover, me abrazaba de costado a mi derecha diciendome y a la vez se lo decía yo mismo:
- Chau muchacho de buen corazón. Te voy a extrañar aunque no te haya visto.
Este sueño tenía todo el desarraigo de mis amistades de pequeño de Trenquelauquen y, aparte, toda la melancolía idealizada de los padres muertos. Me provocaba una profunda angustia. Y me daba llantos al despertar.
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